Salud, Emociones y Muerte
Blog de divulgación de temas de salud, medicina conductual, psicología, atención emocional, cuidados paliativos y muerte. Recopilación de textos de distintas fuentes con fines de difusión.
miércoles, 4 de julio de 2018
miércoles, 20 de junio de 2018
Sobre la unción a los enfermos
A menudo sinónimo de muerte, la extremaunción a veces da miedo. ¿Un error? Sin duda
A partir del siglo III, la Tradición apostólica nos refiere a la fórmula de la bendición del óleo. En el 416, el papa Inocencio I habla de la unción necesaria para una serie de enfermedades. Sin embargo, es en 1173 cuando el sacramento de los enfermos hace aparición oficial bajo el nombre de extremaunción o sacramento de los moribundos.
Su fuente principal se encuentra en la Epístola de Santiago (5:14-16): “¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados”.
Hasta el siglo XX, el sacramento de los enfermos era un anuncio de muerte inminente, regularmente ilustrado en la literatura de los siglos XVIII, XIX y XX. Es tal el miedo que provoca, que no muchos se atreven a solicitarlo.
La reforma del Vaticano II: punto de inflexión
Durante el Concilio Vaticano II, en 1972, la extremaunción toma el nombre de “unción de los enfermos”. El objetivo es retirar esa perspectiva extrema, por no decir trágica.
Así pues, esta reforma extiende el sacramento a todos los enfermos, personas de avanzada edad u otras personas en situación frágil, y no solamente a los agonizantes. Lejos de la muerte, se convierte en un sacramento de vida.
¿Un sacramento ilimitado?
En cierto modo sí, en efecto, igual que el sacramento de la eucaristía y de la confesión. En la práctica, se concede cuando se sufren problemas de salud.
Puede ser al principio o al fin de una enfermedad grave o si se padece un gran sufrimiento moral (cáncer, gripe grave o depresión, por ejemplo). También puede volverse a dar en un momento de empeoramiento significativo de la enfermedad.
Solo la eucaristía dada como viático, última comunión para el enfermo, sigue siendo sinónimo de muerte cercana.
¿Cómo se desarrolla este sacramento?
El sacramento de los enfermos, como todo sacramento, es una celebración litúrgica y comunitaria. Puede tener lugar en el hospital, en una casa particular, durante una celebración comunitaria o un peregrinaje. Únicamente los sacerdotes pueden administrarlo.
La Iglesia exige que el enfermo esté consciente (y vivo, claro está) ya que debe poder ser voluntaria. De todas formas, en caso de duda y con la muerte inminente, el sacerdote puede decidir de manera diferente.
Para el desarrollo de la celebración, el sacerdote impone las manos en silencio antes de consignar la unción con el óleo de los enfermos.
Este óleo habrá sido bendecido necesariamente con antelación por el obispo (el único capacitado para esta bendición) durante la Semana Santa.
El sacerdote entonces pronuncia estas palabras: “Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo”. Luego: “Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”. El enfermo habrá de responder “Amén” después de cada una de las frases.
¿Por qué un sacramento de los enfermos?
El sacramento de los enfermos es un remedio para dar fuerzas al alma y al cuerpo, así como para otorgar valor para afrontar la prueba de sufrimiento. Es también un medio para que el enfermo se reconcilie consigo mismo, con sus seres queridos y con Cristo.
Publicado por AMAURY BUCCO en Aleteia
¿Qué hacer cuando nos toca vivir el sufrimiento y la enfermedad?, pregunta el papa Francisco
A propósito de la aprobación en Italia de la ley sobre el testamento biológico
En Italia ha causado sensación el caso de DJ Fabo, un hombre de Milán de 40 años amante de la música, los viajes y la vida, pero que a raíz de un grave accidente de auto ha quedado ciego y tetrapléjico. No se trata de una enfermedad rara. Sin embargo, su caso tiene algo en común con ella: el sufrimiento que comparten familias y pacientes cuando un pariente está postrado en una cama o silla de ruedas y la ciencia aún no desvela una cura.
“Agradezco a quien me ha quitado el peso de este infierno de dolor”, fueron las ultimas declaraciones de DJ Fabo desde una clínica en Suiza (donde es legal el suicidio asistido) antes de que con la boca hiciera ‘clic’ para apagar la máquina que lo mantenía con vida.
La prensa interpela a las instituciones italianas sobre la actualidad del debate del suicidio asistido. La Iglesia no cede en la defensa de la vida hasta el final.
¿Qué sucede en nuestro corazón cuando nos sentimos presos de la “desolación espiritual”? Es la pregunta oportuna y aunque distante del tiempo de los hechos, que el papa Francisco planteó en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta, centrada en la figura de Job, el pasado 27 de septiembre de 2016.
Francisco exhorta a pedir al Señor tres gracias: “la gracia de reconocer la desolación espiritual, la gracia de rezar cuando estemos en esta situación, y la gracia de acompañar a las personas que sufren momentos desesperados de tristeza y desolación espiritual”.
Sin pretender dar una respuesta unívoca a tema tan complejo como el del sufrimiento humano, la cuestión siempre actual es cómo actuar ante una tragedia familiar o una enfermedad grave. Así, Francisco destaca la importancia del silencio y de la oración para vencer momentos difíciles.
El Papa admite que “antes o después todos vivimos una gran desolación espiritual”. “¡Es mejor la muerte!”, es el desahogo de Job. “Mejor morir que vivir así”, constata tras la Primera Lectura en esa homilía.
¿Cómo acompañar en ese momento a quien sufre?
De esta manera, ilustra que en el Libro de Job se habla del silencio de los amigos. Ante una persona que sufre, destaca el Papa, “las palabras pueden hacer mal. Lo que cuenta es estar cerca, hacer sentir la cercanía “sin hacer discursos”.
Silencio, presencia y oración, así se ayuda al que verdaderamente sufre, explica. “Cuando una persona sufre, o está en un proceso de desolación espiritual”, retomó aquel día, “se debe hablar lo menos posible y se debe ayudar con el silencio, la cercanía, las caricias y la oración ante el Padre”.
La intimidad del dolor de cada enfermo y de su entorno forman parte del misterio de Dios y de la vida. En los casos más dramáticos, el papa Francisco ya lo ha dicho varias veces: cuando no se comprende el dolor y la enfermedad de los inocentes, de los niños, en ese momento es mejor contemplar en silencio la Cruz de Jesús.
¿Cómo enfrentar la desolación espiritual?
Francisco delinea tres consejos espirituales muy útiles cuando vivimos momentos de desolación espiritual y sufrimiento:
“Primero, reconocer en nosotros los momentos de desolación espiritual, cuando estamos en la oscuridad, sin esperanza y preguntándonos por qué”.
Segundo, rezar al Señor con el Salmo 87, como Él nos enseña, en el momento de oscuridad: ‘Llegue hasta Ti mi oración, Señor’.
Tercero, cuando me acerco a una persona que sufre, ya sea por enfermedad o cualquier sufrimiento, pero que está en esta desolación, silencio. Pero este silencio con amor, cercanía, caricias. No hacer discursos que al final no ayudan y que, además, hacen mal”.
¿Cómo rezar?
Por otro lado, subraya el cobijo de la oración. ¿Qué debemos hacer cuando nos toca vivir estos momentos oscuros?’, pregunta. En el salmo número 87 está la respuesta: “Llegue hasta ti mi oración, Señor”. Es necesario rezar, dice el Papa, rezar fuerte, como hizo Job: gritar día y noche para que Dios nos escuche.
Es una plegaria que pueden hacer familiares y personas que sufren y yacen inmovilizadas, martirizadas por el dolor. ‘Señor, estoy cansado de desventuras. Mi vida está al borde del infierno. Me cuentan entre los que bajan a la fosa, estoy sin fuerzas’. ¡Cuántas veces nos hemos sentido así, sin fuerzas…”, es una oración de llamar a la puerta, ¡pero con fuerza!
“Señor, me has lanzado a la fosa más profunda. Pesa sobre mí Tu furor. Llegue hasta Ti mi oración’. Esta es la oración: así debemos rezar en los momentos más duros, más oscuros, más desolados, más aplastantes. Rezar con autenticidad. Y también desahogarse como hizo Job, como un hijo”, enseña Francisco.
Publicado por Ary Waldir Ramos Díaz en Aleteia
Qué cosas no decirle a una persona con cáncer
¿Cuál creen que es la pregunta que se le hace más comúnmente a una persona que tiene o tuvo cáncer? Si pensaron “¿Cómo estás?”, acertaron.
Sin embargo, por atentas que parezcan esas palabras, a menudo no son de ayuda e incluso pueden ser dañinas. En una fiesta familiar que tuvo lugar un año después de mi propio tratamiento contra el cáncer, un pariente lejano me preguntó justo eso. Le contesté: “Estoy bien”. Él insistió: “¿De verdad estás bien?”.
“De verdad”, le dije. Pero ¿y si no lo hubiera estado? ¿Me habría gustado ponerme a describir las malas noticias médicas en lo que se suponía que era un evento divertido?
Un diagnóstico de cáncer puede dejar mudos a los amigos y familiares, o bien provocar que hagan comentarios inapropiados, aunque su intención sea buena. Algunos que no saben qué decir, simplemente evitan por completo al paciente con cáncer, un acto que puede ser más doloroso que si dijeran o hicieran algo inadecuado.
un nuevo libro, Loving, Supporting, and Caring for the Cancer Patient, escrito por un hombre que recibió tratamiento para combatir un cáncer que ponía en riesgo su vida y que ha dado asesoría a decenas de otros que también padecen esta enfermedad, me puso a pensar en la mejor manera de hablar con alguien que enfrenta el cáncer: su diagnóstico, tratamiento y secuelas. El autor del libro, Stan Goldberg, es un especialista en comunicación, profesor emérito de trastornos de la comunicación en la Universidad Estatal de San Francisco.
Goldberg descubrió a la edad de 57 años que padecía una forma agresiva de cáncer de próstata. En una entrevista comentó que los pacientes con cáncer con frecuencia se topan con personas que adoptan el papel de animadores y dicen cosas como: “No te preocupes”, “Vas a estar bien”, “Vamos a enfrentar esto juntos”, y “Van a encontrar una cura”.
Sin embargo, comenta, “las palabras de aliento pueden funcionar a corto plazo, pero a la larga pueden generar culpa si el cáncer es más agresivo y vence todos los esfuerzos de la persona”.
El Dr. Goldberg sugiere a las personas que, cuando visiten a un paciente con cáncer, hablen menos y escuchen más. Recomienda participar “más en conversaciones y menos en intercambios de preguntas y respuestas”. Si se hacen preguntas, deben ser abiertas, como: “¿Quieres contarme sobre tu cáncer y lo que estás pasando? Tal vez pueda encontrar alguna forma de apoyarte”.
Entre los varios “no” sugeridos por el experto, están los siguientes:
• No llame la atención sobre los cambios físicos del paciente diciendo cosas como: “Por lo menos te deshiciste de esos kilos de más”.
• No le diga al paciente que tiene suerte de padecer un tipo de cáncer y no otro, pues esto minimiza lo que la persona está enfrentando. No hay nada afortunado en tener cáncer, incluso si es uno de los “buenos”.
• No dé información sobre tratamientos no probados ni referencias de doctores de práctica dudosa.
• No sugiera que el estilo de vida de la persona es el causante de la enfermedad, incluso si en efecto puede haber contribuido. La culpa no ayuda. Muchos factores influyen en los riesgos de presentar cáncer; incluso para los fumadores de toda la vida, padecer cáncer a menudo es pura mala suerte.
• No sermonee al paciente sobre mantenerse positivo, lo que puede generar sentimientos de culpa en el paciente si las cosas no salen bien. Es mejor decir: “Cuentas conmigo, sin importar lo que suceda”, y decirlo de corazón.
• No pregunte sobre el pronóstico. Si el paciente brinda esa información, está bien, hablen sobre sus implicaciones. De lo contrario, es mejor contener su curiosidad.
• No se convierta en una carga para el paciente por sus propios sentimientos de desánimo, aunque está bien decir: “Lamento que te haya pasado esto”. Si se siente abrumado por la posibilidad de interactuar con una persona con cáncer, es mejor expresar “No sé qué decir”, antes que no decir nada o evitar a la persona por completo, pues puede sentirse abandonada o pensar que a uno no le importa.
Publicado por Jane Brody en The New York Times
miércoles, 9 de mayo de 2018
El curioso origen de la morfina
La morfina fue aislada del opio por el farmacéutico alemán Friedrich Wilhelm Sertürner en 1806, quien realizó su descubrimiento, trabajando en la rebotica, cuando aún era un joven aprendiz.
Disolvió opio en un ácido y lo redujo con amoníaco, finalmente obtuvo unos cristales (de color gris-amarillento) que probó en perros y gatos, comprobando su alto poder hipnótico.
En una ocasión, durante un terrible dolor de muelas, Sertürner fue más allá. Tomó una pequeña cantidad de esta sal, sintió un gran alivio e inmediatamente se quedó dormido. Cuando despertó (8 horas después) se levantó sin la más mínima molestia. Había conseguido un fármaco realmente eficaz contra el dolor. El siguiente paso era saber qué sucedía si aumentaba o disminuía la cantidad.
En una ocasión, durante un terrible dolor de muelas, Sertürner fue más allá. Tomó una pequeña cantidad de esta sal, sintió un gran alivio e inmediatamente se quedó dormido. Cuando despertó (8 horas después) se levantó sin la más mínima molestia. Había conseguido un fármaco realmente eficaz contra el dolor. El siguiente paso era saber qué sucedía si aumentaba o disminuía la cantidad.
Decidió tomar, él mismo junto a tres jóvenes voluntarios, diferentes cantidades. Durante el experimento, los cuatro sintieron sensaciones distintas: de felicidad, mareo, somnolencia, confusión y por último fatiga excesiva.
Tras el ensayo, Sertürner llegó a la conclusión de que 15 mg de esta droga era la dosis óptima para el hombre y la bautizó con el nombre de morfina, inspirándose en el dios griego del sueño: Morfeo.
Friedrich Wilhelm Sertürner murió deprimido y adicto a la morfina (en Hameln el 20 de febrero de 1841), sin ser consciente de todo el potencial de su descubrimiento. Un reconocimiento que llegaría unos años más tarde, tras la invención de la jeringuilla y por tanto la medicación intravenosa.
Retomado de https://arqueologiadelamedicina.com/
Médico en tu casa
Conoce el programa “El Médico en tu casa" ofrece Asesoría de Ley de Voluntad Anticipada y Cuidados paliativos a enfermos crónicos, lo ofrece la SEDESA CDMX, sólo debes llamar al 5132-0909 y ellos te ayudarán
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