miércoles, 9 de mayo de 2018

El curioso origen de la morfina

La morfina fue aislada del opio por el farmacéutico alemán Friedrich Wilhelm Sertürner en 1806, quien realizó su descubrimiento, trabajando en la rebotica, cuando aún era un joven aprendiz. 
Disolvió opio en un ácido y lo redujo con amoníaco, finalmente obtuvo unos cristales (de color gris-amarillento) que probó en perros y gatos, comprobando su alto poder hipnótico.
En una ocasión, durante un terrible dolor de muelas, Sertürner fue más allá. Tomó una pequeña cantidad de esta sal, sintió un gran alivio e inmediatamente se quedó dormido. Cuando despertó (8 horas después) se levantó sin la más mínima molestia. Había conseguido un fármaco realmente eficaz contra el dolor. El siguiente paso era saber qué sucedía si aumentaba o disminuía la cantidad. 
Decidió tomar, él mismo junto a tres jóvenes voluntarios, diferentes cantidades. Durante el experimento, los cuatro sintieron sensaciones distintas: de felicidad, mareo, somnolencia, confusión y por último fatiga excesiva. 
Tras el ensayo, Sertürner llegó a la conclusión de que 15 mg de esta droga era la dosis óptima para el hombre y la bautizó con el nombre de morfina, inspirándose en el dios griego del sueño: Morfeo.
Friedrich Wilhelm Sertürner murió deprimido y adicto a la morfina (en Hameln el 20 de febrero de 1841), sin ser consciente de todo el potencial de su descubrimiento. Un reconocimiento que llegaría unos años más tarde, tras la invención de la jeringuilla y por tanto la medicación intravenosa.

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Poema


Voluntad anticipada

Programa de OnceTv Diálogos en confianza con el tema Voluntad anticipada

 https://www.facebook.com/DialogosEnConfianza/videos/1816998118367307/





"El secreto mejor guardado de la medicina: morir no es tan malo como se cree"

"En mi humilde opinión, morir no es tan malo como uno esperaría".
Así ve la muerte Kathryn Mannix, una médica británica pionera en cuidados paliativos, que ha dedicado su carrera a tratar pacientes con enfermedades incurables o en los últimos estadios de su vida.
Para la autora de "With the End in Mind: Dying, Death, and Wisdom in an Age of Denial" (Con la muerte en mente: morir, muerte y sabiduría en la era de la negación), la sociedad nos lleva a evitar hablar de este proceso e incluso a reemplazar la palabra muerte con eufemismos. Esto, explica, hace que nos resulte mucho más difícil lidiar con la pérdida de un ser querido.

BBC Ideas, una plataforma de videos cortos de la BBC que explora ideas que cuestionan las verdades establecidas, recogió su testimonio.
Nosotros hemos dejado de hablar sobre la muerte.
Hemos dejado de usar la palabra morir (que en inglés dying) y usamos otras similares.
En vez de decir que alguien se está muriendo, decimos que está 'seriamente enfermo'.
Y las familias no entienden que se acerca el momento de la muerte cuando se usan estas palabras.
Eso es un gran problema, porque cuando la familia está junto a la cama de alguien muy enfermo, que está por morir, no saben qué decirse entre ellos o a la persona que se está muriendo.
La persona que se está muriendo tampoco sabe qué decir, ni qué esperar, y puede que esté preguntándose si esta es su última respiración.
Esta es una escena marcada por la tristeza, la ansiedad y la desesperanza.
Y, en mi humilde opinión, esto no tiene por qué ser así.

Tan natural como nacer

Creo que hemos perdido la inmensa sabiduría humana para tomar la muerte de una forma normal.
Creo que es hora de volver a hablar de la muerte y de recuperar esa sabiduría.
¿Cómo sería morir normalmente?
Morir, así como nacer, es sencillamente un proceso.
Creo que hemos perdido la inmensa sabiduría humana para tomar la muerte de una forma normal. Es hora de volver a hablar de la muerte y de recuperar esa sabiduría.
Gradualmente, la gente se va cansando, agotando.
A medida que pasa el tiempo la gente va durmiendo más y está menos tiempo despierta.
La familia puede ir aprendiendo en qué momento deben darle (al enfermo) las medicinas y cuándo dejar pasar a las visitas.
A veces puede ocurrir que llegue una visita o que sea la hora de darle un medicamente (al enfermo) cuando está dormido.
Ahí es cuando podemos darnos cuenta de que algo ha cambiado.
Es un cambio pequeño pero muy significativo.
Y es que en vez de estar dormida, esta persona está -temporalmente- inconsciente.
No los podemos despertar y no les podemos dar su medicina. No les podemos decir que ha llegado una visita.
Luego, cuando ellos se despiertan, nos cuentan que han dormido muy bien.
Por eso sabemos que este estado de coma no es aterrador.
Solo que nosotros no notamos este momento de pérdida de conciencia en el momento en que ocurre.

Sonido de la muerte

Así que a medida que pasa el tiempo, están menos despiertos, más tiempo dormidos, hasta que, al final, están inconscientes todo el tiempo.

Y el paciente se sentirá tan relajado que no aclarará su garganta y seguirá respirando con un poco de moco o saliva en la parte trasera de la garganta.
Puede que eso genere un ruido extraño.
La gente habla de ese sonido de la muerte como algo raro.
Pero eso quiere decir que el paciente está tan relajado, en un estado de inconsciencia tan profundo, que ni siquiera la saliva en la garganta les hace cosquillas, cuando las burbujas de aire entran y salen de los pulmones.
En los últimos momentos de vida, hay un período de respiración superficial y luego una exhalación a la que ya no le sigue una inhalación.
Kathryn Mannix, experta en cuidados paliativos
En los últimos momentos de vida, hay un período de respiración superficial y luego una exhalación a la que ya no le sigue una inhalación.
A veces es tan suave que las familias no se dan cuenta.
Por eso, la muerte normal, es realmente un proceso tranquilo, algo que podemos reconocer, para lo que podemos prepararnos y algo con lo que podemos lidiar.
Y esto debería ser algo para celebrar.
Algo con lo que podemos consolarnos los unos a los otros.
Pero como hablar de la muerte se ha tornado en algo incómodo, es, de hecho, el secreto mejor guardado de la medicina.
Por eso, en mi opinión, morir de esta manera es algo que deberíamos recuperar, es algo de lo que deberíamos hablar y algo en lo que deberíamos consultarnos mutuamente.
Nota original publicada en BBC Mundo

Dolor: el infierno en el cuerpo

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) define a éste como “una experiencia sensorial y emocional desagradable, ligada a un daño tisular de los tejidos real o potencial, o descrita en términos de ese deterioro”. Sin embargo, esta definición no es precisa ni mucho menos, porque es algo individual. Nadie puede decir cuánto siente otra persona; sólo quien lo sufre en carne propia es capaz de saberlo.
“Por ejemplo, podemos observar manifestaciones de dolor en un neonato: cambios en su expresión facial, llanto, movimientos rápidos de sus piernas o cierta posición que adopta en su cuna, pero es difícil saber qué tanta molestia tiene. Es una experiencia intransferible”, dijo María Antonieta Flores Muñoz, profesora de Algología (estudio del dolor) en la carrera de Médico Cirujano de la UNAM, profesora titular del curso de Posgrado de Alta Especialidad de Algología en Pediatría de la misma casa de estudios y médico especialista adscrita a la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos del Hospital General de México Doctor Eduardo Liceaga.
El dolor puede ser causado por heridas o traumatismos, por enfermedades neoplásicas como el cáncer, por males degenerativos como la artrosis, por algunos genéticos como las neuropatías hereditarias, por procesos infecciosos como una cisticercosis cerebral, por sustancias tóxicas y por cirugías.
Según su tiempo de evolución, el dolor se divide en agudo y crónico. El primero es una señal de alarma: nos avisa que una parte de nuestro organismo está dañada o no funciona adecuadamente, dura corto tiempo y va disminuyendo conforme sana la dolencia. El segundo, por lo contrario, persiste a través del tiempo; es originado por una afección de base, se desarrolla sin un daño físico obvio y no tiene un mecanismo biológico protector como señal de daño tisular. En la actualidad, incluso, es considerado un padecimiento per se.

Físico y psíquico

De acuerdo con su etiología, el dolor se divide en físico y psíquico. A su vez, el primero se subdivide en nociceptivo (producido por una estimulación de los nociceptores o receptores del mismo) y neuropático (ocasionado por una alteración o enfermedad del sistema nervioso somatosensorial; puede ser central o periférico).
Algunas veces el nociceptivo es somático o visceral. El primero se produce por la activación de los nociceptores de los músculos, la piel o los huesos, y generalmente es de tipo opresivo y punzante. El otro ocurre por la activación de los nociceptores de las vísceras pélvicas, abdominales o torácicas; cuando se presenta en una víscera hueca, como el intestino, es parecido a un cólico; y cuando se manifiesta en una maciza, es de tipo sordo.
El neuropático se caracteriza por ser ardoroso, como descargas eléctricas o calambres, con sensaciones de piquetes de aguja, hormigueo y adormecimiento. Puede ser que no se vea un trastorno físico en ese momento, pero el funcionamiento de los nervios se altera y produce mucho dolor.
“Las personas a las que les amputan una pierna pueden padecer un dolor de miembro fantasma, que es de tipo neuropático. Sienten que tienen la pierna y que en ésta sufren calambres, ardor, piquetes y la sensación de que se les mueven los dedos. Para evitar estos problemas se les tiene que tratar, antes y después de la amputación, con neuromoduladores”, indicó.

Tipos de tratamiento

A la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos del Hospital General de México acuden personas con dolor crónico secundario a cáncer y otras enfermedades como el herpes zóster, lumbalgias (dolores de la espalda baja) y neuralgias.
“Por ejemplo, la neuralgia del trigémino (nervio que inerva parte de la cara) se manifiesta por medio de una molestia sumamente intensa con característica de toque o corriente eléctrica en la mitad de la cara (la puede haber alrededor de ojos, labios, nariz, cuero cabelludo, frente y mandíbula). El que se siente por esta forma quizá sea el más intenso conocido; ha llevado a algunas personas al suicidio”, apuntó Flores Muñoz.
Hay dos tipos de tratamiento: invasivo y no invasivo. El primero consiste en inyectar un fármaco para bloquear los nervios y así adormecer la parte del cuerpo. El segundo se subdivide en farmacológico y no farmacológico.
Sobre el farmacológico, la académica destacó que se utilizan analgésicos opioides (morfina, buprenorfina, oxicodona, tramadol, tapetandol, fentanyl, hidrocodona e hidromorfona, entre otros) y no opioides (analgésicos antiinflamatorios no esteroideos). Otro grupo de medicamentos, los neuromoduladores (gabapentina, pregabalina y amitriptilina, entre otros), actúan como analgésicos coadyuvantes para el de origen neuropático.
El no farmacológico consta de una terapia psicológica cognitivoconductual para que el paciente aprenda, por medio de ejercicios de respiración, de relajación, de imaginación y de autohipnosis, a controlar la sensación que padece.
“También recurrimos a la terapia física, que es fundamental. Se dice que para que una persona con dolor crónico tenga una buena evolución, hay que darle no únicamente fármacos, sino también terapia física y psicológica. Sólo así podrá volverse a integrar a su vida social”, aseguró la especialista.

Por cáncer testicular

El cáncer testicular se presenta, por lo general, entre los 15 y los 35 años de edad, y puede ser muy doloroso. Ahora bien, si se diagnostica a tiempo, es curable. No obstante, aún hay muchos casos de esta enfermedad en etapas avanzadas. Por ello, Flores Muñoz recomendó a los adolescentes y adultos jóvenes autoexplorarse constantemente los testículos.
“Así como las mujeres lo hacemos con las mamas, los hombres se tienen que autoexplorar los testículos, de preferencia cuando se bañan porque en ese momento éstos se encuentran en el escroto. Primero se deben familiarizar con su textura. Si uno de los dos está duro como un hueso de aguacate o presenta algún abultamiento, cuidado: tienen que ir de inmediato con el médico para que les mande hacer un ultrasonido testicular.”

En niños

En el Hospital General de México, Flores Muñoz atiende a niños. Su primera observación en relación con este tema es la siguiente: si dicen que les duele algo, hay que creerles, pues entre ellos rara vez se dan casos de tipo psicológico.
“Recuerdo con tristeza a un paciente de 15 años que tenía dolores de cabeza y se quejaba de que no podía ver bien. Nadie le hacía caso: le decían que lo suyo era psicológico, que no quería aceptar su realidad, y lo internaron en un hospital psiquiátrico. Al poco tiempo quedó ciego por un tumor en el hipotálamo. Del tumor se curó, pero perdió la vista. Cuando un pequeño dice que le duele algo, hay que creerle y estudiar las causas.”
Algunos nacen con onfalocele o gastrosquisis, malformaciones congénitas de la pared abdominal que al ser manipuladas resultan muy dolorosas (las vísceras están por fuera, por lo que es necesario meterlas mediante cirugía). La académica y especialista trata el dolor de estos infantes.
También atiende a niños con cáncer; con dolor neuropático; a niños que tuvieron un accidente, que han sido víctimas de la violencia, con migraña, y a adolescentes con otras enfermedades que aún no han sido diagnosticadas, pero cuyos efectos y origen ella intenta controlar y descubrir. “A los recién nacidos los vuelvo a ver al año de haber sido dados de alta de la terapia intensiva, para estudiar su desarrollo”, concluyó.

Umbral

María Antonieta Flores Muñoz recordó que Vicente García Olivera, el padre de las clínicas del dolor en México, decía que el más fuerte es el del alma. “Pero si hablamos en términos de dolor físico, hay múltiples y muy intensos. Un ejemplo es el llamado Síndrome de Dolor Regional Complejo; es de tipo neuropático: ardoroso, como calambres, y ocasiona cambios de coloración en la extremidad o la parte del cuerpo afectada (a veces se pone morada, pálida o enrojecida). Asimismo, son extremadamente fuertes por cáncer, litiasis (piedras en las vías urinarias) y herpes zóster. Con todo, no puedo afirmar que uno sea más intenso que otro porque cada individuo lo experimenta de una manera diferente”, añadió.
Hay variaciones genéticas e individuales en cuanto al umbral. Al respecto, se sabe que las personas que de recién nacidas padecieron algún tipo, tienden a ser más sensibles a éste que las que no lo sufrieron; el temprano queda grabado en la memoria biológica de su organismo, por lo que tienden a tener un umbral más bajo.


Nota de Roberto Gutiérrez en Gaceta UNAM

Mejor calidad de vida con cuidados paliativos previos

Los pacientes deben recibirlos de manera precoz y no postergarlos

La vida como senda hacia la muerte es fatal; por ello, cualquier acción sanitaria se convierte en cuidado paliativo, lo que realizan los médicos puede considerarse así, señalaron especialistas y académicos en el Segundo Taller Internacional en la materia.

Los ponentes expusieron –en seis paneles, en la Unidad de Seminarios Doctor Ignacio Chávez– que con el propósito de contar con más y mejor calidad de vida y muerte, los pacientes con síntomas descontrolados deben recibir ese tipo de servicios de manera precoz y no postergarlos hasta el final o el agotamiento de la salud. Igualmente, se tiene que ofrecer atención psicosocial para el binomio enfermo-cuidador desde el diagnóstico de la afección.

Aspectos emocionales
En el evento coorganizado por la Facultad de Medicina de la UNAM, la Academia Nacional de Medicina, el Mayo College of Medicine y The Aspen Institute México, Eric Roeland, director de investigación en la Clínica de Oncología de la Universidad de California (San Diego), dijo que en el caso de enfermedades como el cáncer en etapas avanzadas, se consideraba que era conveniente esperar a que “el paciente cayera por el otro lado de la montaña”, pero ahora, desde el primer día, se debe concretar una integración temprana y simultánea.

El especialista en cáncer gastrointestinal refrendó que, en este caso, quienes recibieron cuidados paliativos precoces tuvieron mejor calidad de vida y vivieron más de lo estimado.

En el panel Emotional Aspects in Palliative Care, Arif Kamal, de la Universidad de Duke, presentó un inventario de agotamiento en profesionales dedicados a este tipo de atención.

“Un estudio realizado entre mil 300 médicos de Estados Unidos, en este ámbito, arrojó que 67 por ciento dura sólo una década dedicado a estos cuidados, pues expresan altos niveles de agotamiento físico y emocional por la exposición prolongada de estresores naturales, lo que les ocasiona desequilibrio entre el trabajo y la vida personal, además del uso de ansiolíticos, drogas, alcohol y hasta errores”, expuso.

Por su parte, Gina Tarditi, del Instituto Nacional de Cancerología, aseveró que la regla de oro para mejorar estos servicios es la comunicación óptima entre médico y paciente.

“Debe ser con contacto ocular y tono de voz adecuados, empatía y cercanía física, saber escuchar, además de otorgar la información oportuna con lenguaje asequible”, subrayó.

Cuestiones legales


En la moderación de la sesión e inauguración del taller, estuvo Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM, quien como presidente del Consejo Directivo de The Aspen Institute aseguró que por medio de publicaciones e investigación se ha impactado en el marco normativo de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios con la idea de tener acceso y disponibilidad de analgésicos opioides.

“La ley se ha modificado, contamos con elementos formativos y divulgamos conocimiento con más de dos años que llevamos con este proyecto (en pro de la disponibilidad de analgésicos opioides); este taller también contribuye y no es un eslabón más”, expresó.

Al realizar la declaratoria inaugural, Enrique Graue, director de la Facultad de Medicina, dijo que el foro proporciona continuidad temática al emprendido en la primera ocasión; ahora, como parte de un cambio de legislación sobre los opiáceos, representa un avance en la salud de México.

En el Panel Supportive Care Challenges, Argelia Lara, del Departamento de Medicina del Dolor y Paliativa del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, indicó que se requiere encontrar la palabra correcta para nombrar a los cuidados de pacientes con síntomas descontrolados.

“Hay que tener clara la semántica: cuidados de soporte, paliativos u hospiciarios; aquélla sí importa a los pacientes y médicos. Debemos nombrarlos de ‘soporte’, pues es menos amenazante y global, porque hasta dónde la palabra paliativo da esperanza”, se preguntó.

Para Jarrett Richardson, de la Mayo Medical School, en este ámbito deben incluirse afecciones mentales como ansiedad, depresión, encefalopatía y esquizofrenia.

Finalmente, sugirió que una estrategia, en cualquier padecimiento con alto valor terapéutico, es la escritura y redacción de un legado interno, una especie de testamento espiritual que dejará en paz al paciente y a sus familiares.

Nota de Leonardo Frías en Gaceta UNAM

Presentan la 2da edición de la plataforma Cuidados Paliativos

Hoy en día, en México hay cerca de 9.8 millones de personas mayores de 65 años, pero para 2050 se calcula que alcanzarán los 23 millones, y la mitad de ellos podría presentar enfermedades cerebrovasculares o padecimientos como el cáncer, que implican un deterioro y requerirán cuidados paliativos, afirmó el rector Enrique Graue Wiechers.

Por ello, al presentar la segunda edición de la plataforma en línea Cuidados Paliativos: Calidad al Final de la Vida –del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la UNAM, que prepara a personal de la salud encargado de apoyar a pacientes– se pronunció porque los años de sobrevida que está alcanzando la población mexicana los pase en las mejores condiciones.

“Vamos a requerir de más cuidados paliativos y queremos, en la medida de lo posible, morir en nuestras casas. En Estados Unidos más de 50 por ciento de quienes fallecieron en un hospital no tenían por qué hacerlo allí”, señaló.

Graue Wiechers también se manifestó porque al ingresar a los nosocomios los pacientes puedan declarar si desean o no recibir medidas extraordinarias para sobrevivir y expresar su decisión de donar órganos.

Vejez más larga

En el Auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina, Juan Ramón de la Fuente, exrector de la Universidad Nacional y coordinador del Seminario de Estudios sobre la Globalidad, coincidió en que el incremento en la esperanza de vida significa una vejez más larga y en la que deben respetarse los derechos de los enfermos.

“El médico familiar tiene que preguntarle al paciente, sobre todo al de cierta edad: ¿Has pensado qué quieres hacer cuando se acerque el final de la vida? No lo cuestionamos, no nos atrevemos. ¿Si no pudieras tomar las decisiones, quién quieres que lo haga, un hijo, tu cónyuge? Todos somos importantes hasta el último momento que estamos vivos; como personas, tenemos el derecho a elegir y hay que decirlo; no hay que confundirlo con la eutanasia“, aseveró.

De la Fuente subrayó que es necesario que este derecho sea reconocido en ordenamientos legales como la Ley General de Salud, y añadió que próximamente se planteará a las autoridades la posibilidad de que en el expediente clínico se incluyan formatos de aceptación o no de tratamientos de soporte vital.

Muerte digna

Mariana Navarro, integrante del Seminario de Estudios sobre la Globalidad, explicó que el taller en línea está centrado en profesionales de la salud, estudiantes de licenciatura y técnicos.

Desde 2013, agregó, se han impulsado iniciativas relacionadas con la muerte digna y los cuidados paliativos, entre ellas están el haber realizado dos versiones del International Workshop Palliative Medicine. El primero tuvo 130 participantes y el segundo 165.

Entre septiembre de 2014 y octubre de 2015 se puso en línea el Taller de Cuidados Paliativos Básicos, al que se inscribieron 502 personas de 28 estados de la República Mexicana y de países como Guatemala, El Salvador y Perú. Cincuenta y uno por ciento de los alumnos eran habitantes de la Ciudad de México.

En la presentación de la plataforma estuvieron Roberto Tapia Conyer, director general de la Fundación Carlos Slim, y Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina, así como académicos y estudiantes.


Nota de Mirtha Hernández en Gaceta UNAM











martes, 8 de mayo de 2018

Qué hacer cuando se siente demasiado miedo y tristeza

"No temas" se repite 365 veces en las Sagradas Escrituras. Por algo es.

¡Cuántas cosas perdemos por miedo a perder! No amamos por miedo a ser lastimados. No nos entregamos al cien por miedo a volver a ser traicionados. No nos arriesgamos por miedo a fracasar. En fin… Nos da tanto miedo que nos hagan daño, que no nos damos cuenta de cuánto daño nos hacemos con tanto miedo.
Todos hemos pasado por esos días en que volteamos al cielo y decimos: “Como que ya se te pasó la mano conmigo. Ya voltea para otro lado”. Y no tanto por renegar, sino por el cansancio emocional y hasta físico que traemos a cuestas. Son rachas en que nos llueve sobre mojado. Nos pasa una cosa tras otra. ¡Ah, qué cansado es eso!
Tratamos de encontrar consuelo y nos desahogamos con quien suponemos encontraremos empatía. Le expresamos que sentimos tristeza, miedo e incertidumbre.
Y para colmo, escuchamos las melodiosas palabras que justo en ese momento no son las más adecuadas o, por lo menos, no son las que queremos escuchar: “¡Es tu Cruz! Ofrécele todo a Dios y deja de quejarte. Ya quisieran muchos estar como tú”. ¡Auch! Ahora, aparte de todo eso que traemos en el pecho le sumamos esa sensación de ingratitud.
Entonces, ¿qué se hace con el miedo que sentimos? Enfrentarlo.El miedo es tan real que nos paraliza y si se lo permitimos nos dejará como incapacitados -espiritualmente hablando- para derrotarlo. El miedo se derrota mirándolo de frente y no dándole vueltas.
El miedo que experimentamos a raíz de diversas experiencias es tan real como el amor, aunque uno es la antítesis del otro. Miedo y amor no pueden coexistir. ¿Es malo sentir miedo? ¡No! Lo malo es dejar que nos domine, se apodere de nuestra voluntad, rija nuestras decisiones y sea el motor de nuestras vidas.
Reflexionemos, ¿por qué, por más que Dios nos ha pedido que no tengamos miedo somos presas fáciles de esa emoción? La frase “No temas” aparece en las Sagradas Escritura 365 veces, ¡365! Y es palabra de Dios, es un mandato divino. ¿Por qué nos hará tanto hincapié en eso? ¿Acaso nos prohíbe sentir? ¡No! Lo que nos pide es tener la certeza de sus cuidados, de su amor.
Nos pide tener esperanza en sus promesas y confianza de que Él está en control si le desatamos las manos. También, porque el miedo es la entrada a muchos otros sentimientos que nos pueden desesperanzar y paralizarnos.
El miedo no nos permite avanzar en nuestra misión de vida. No nos deja experimentar aquello para lo que fuimos creados, la felicidad y a través de esta, la plenitud de nuestra existencia. Para los creyentes, la santidad.
Así es, fuimos creados desde, por y para el amor y la felicidad para que, por medio de estas lleguemos al cielo, entendido este no como un lugar físico, sino como un estado del alma.
Pienso que estamos viviendo una época difícil donde la tristeza y el miedo están a la orden del día y estamos permitiendo que estas, junto con el desánimo nos invadan. Le hemos dejado alojarse y hasta hacer nido en nuestros corazones, lo que nos está llevando a que cada vez más personas caigamos en desolaciones muy profundas. Ojalá fueran emociones que con una pastillita se quitaran. En gran medida no sucede así…
Pero, ¿por qué se está experimentando tanta tristeza -hija del miedo- hoy en día? Me parece que la principal causa es que hemos decidido sacar a Dios de nuestra vida y poner a otros dioses en su lugar.
Con nuestra soberbia con “S” mayúscula nos hemos creído tanto eso de que “yo todo lo puedo con mis propios medios y con mi propia fuerza” sin darnos cuenta de que por mucha capacidad que tengamos, esta, por nuestra misma naturaleza humana, es limitada y además absolutamente todo poder viene de Dios. Entonces, ¿qué pasa cuando las cosas no salen como nosotros queríamos? Claro, que nos derrumbamos.
Repito, no es malo sentir miedo. Es más, raro sería no sentirlo. Aquí lo importante es saber qué hacer cuando lo experimentamos. ¿Tú que haces? Una buena idea es permitirte sentirlo. Darle la bienvenida por unos momentos reconociendo que lo que sientes es miedo y de inmediato ponerlo en las manos de Dios para que Él te acompañe en ese tránsito, el cual a veces se torna por demás pesado.
Luego, pide al Espíritu Santo su luz para reconocer la raíz de ese miedo. Esto es por demás importante porque el miedo suele venir acompañado de tristeza, enojo, desilusión, entre otros y generalmente tiene un “por qué”, y en las manos de Dios siempre tendrá un “para qué”.
Entonces, lo importante es que te des cuenta de qué es lo que te está generando ese “malestar” y trabajar en ello hasta ver la situación en su justa medida porque el miedo distorsiona la realidad. Luego, suéltalo y sácalo de ti dándole la orden de que salga de tu cuerpo. Pero esto no sucede por arte de magia.
Una buena idea es que para ayudarte a quitarlo de ti es que cantes. Esto también te ayudará a un cambio de actitud. Canta para no pensar más y hazlo con la certeza de que Dios está en control de toda tu vida, de todo tu ser. Cuando logras poner esperanza en ese miedo todo cambia.¿Miedo esperanzador o esperanza en el miedo? ¡Qué loco, pero así es!
Recordemos que las emociones y los sentimientos no son malos, lo importante es saber qué hacer con ellos. Cuando el miedo y la tristeza te embargan, lo primero y lo más importante es que con mucha humildad y reconociendo que solo no puedes, voltees tus ojos a Dios con la certeza de que Él ya está a cargo de ti.
Dile lo que sientes, dile tu desilusión, tu miedo y tu dolor. Ábrele tu corazón y exprésale que sientes que lo que estás pasando sobrepasa tu capacidad humana y que no sabes qué hacer o cómo reaccionar. Dile que necesitas sentir la certeza de su amor y protección.
También, la idea al pasar por tanto sufrimiento al experimentar miedo es que conviertas a estos en oración, es decir, que absolutamente todo se lo ofrezcas a Dios para que Él lo transforme en frutos de alegría, esperanza, paz y serenidad.
Visita tu Sagrario más cercano y de rodillas dile: “Hoy no te vengo a pedir nada para mí, al contrario, te vengo a entregar todo lo que tengo y eso es este miedo que siento”.
Recuerda que Dios es un Padre que no se deja ganar en generosidad y es el único que sabe transformar lágrimas en alegrías. Aunque sientas que el dolor te invade es muy importante que no dejes que habite en ti la desesperanza. Un hijo de Dios necesita tener la seguridad de que Él siempre está en control de su vida.
Por lo tanto, cambia el miedo por amor y certeza confiando en que esto también pasará. Consagra todo lo que hay en ti a Él y ríndete a su sabia voluntad.

Publicado por Luz Ivonne Ream en Aleteia

Es necesario reconocer que la muerte no es un fracaso


Cuidados Paliativos: Escuchar es mucho más que oír

¿En qué se diferencia la formación de un médico, un enfermero, un trabajador social, un psicólogo, counselor, un kinesiólogo, un voluntario en Cuidados Paliativos? En la habilidad de la escucha activa para el acompañamiento centrado en las personas que están transitando una enfermedad o el final de vida, señala en su columna la especialista Mariana Soiza (*).
Muchos de los que estarán leyendo esta nota dirán: “Yo no soy profesional de la salud, yo no estoy viviendo una enfermedad o yo en este momento no tengo un ser querido que está viviendo esta experiencia”.
El objetivo de esta columna, que es una continuación del fin de semana pasado (titulada “Cuidados Paliativos: La escucha como símbolo de seguridad, confianza y continuidad”) , es que todos pensemos en esta habilidad para nuestra vida.
Todos coincidimos que tener esta habilidad de la escucha nos ayudará para cada situación de la vida como también saber escuchar a nuestros hijos, padres, pareja, amigos,  compañeros de trabajo, vecinos.
Y si podemos entrenarnos en la escucha hoy en la vida cotidiana vamos a poder acompañar mejor a ese ser querido que está en esa situación de enfermedad.
Seguramente todos estén de acuerdo conmigo que cuando tuvimos una experiencia donde fuimos escuchados con respeto, con atención, muchas de las tristezas o conflictos que compartimos en ese encuentro pudieron tener otro umbral del dolor: quizá nos sentimos aliviados, quizá mientras fuimos escuchados por alguien que no opinó sobre lo que nos pasaba hasta pudimos resolver aquello que nos costaba vivir. Yo la llamo “caricias al alma”, ya que te hace sentir que “mi” historia vale la pena a los ojos de mi interlocutor.
Ya Zenón de Elea decía hace 25 siglos que “la naturaleza ha dado al hombre una lengua, dos oídos, de forma que pueda escuchar de los otros dos veces más de lo que pueda hablar”.
La escucha activa necesita de la atención, motivación, interés, disponibilidad, de la acogida entre otras variables.  Escuchar es mucho más que oír, significa querer comprender, implica un esfuerzo ya que es poner entre paréntesis lo que a mí me está pasando para centrarme en la persona, sería hacer callar ciertas voces internas que murmuran como los prejuicios, conflictos propios para hospedar al otro sin condiciones con respeto y modestia.
Escuchar es recibir las expresiones de la vida del otro, es leer las páginas de la vida de la persona.
Escuchar es también una mirada, ya que está en estrecha relación con los sentimientos. Una mirada puede ayudar a sanar, puede dar serenidad, confianza.
También está la escucha a través del contacto con ese cuerpo. Una caricia, un masaje muy delicado dice mucho.
El otro día llego al Hospital a ver a una paciente que ya la había conocido y cuando me acerco tenía los ojos cerrados, puestos los auriculares con su radio….estaba sola.
No sabía si acercame y decirle su nombre porque quizá podía despertarla. Por otro lado pensé quizá está aburrida y duerme porque así se le pasan las horas. Muchas interpretaciones.
Ahí es donde acudo a ese sentido sutil y le puse la mano en el hombro muy despacio y como acariciándola y me dice:”¿sos Mariana?”.
En casi dos años que estoy en el Hospital no recuerdo de muchos pacientes que se acuerden mi nombre: voy una vez a la semana y son tantas personas que pasan por su cama……Yo no podía creer lo que estaba pasando. Sentí que me estaba esperando.
Había estado con ella solo una vez. Y ahí se incorporó, se sacó los auriculares y estuvimos un tiempo largo charlando. Creo que ese contacto de mi mano con su cuerpo fue una comunicación increíble. Luego me pidió que le pasara mi mano por todo su cuerpo. Y así lo hice.
Con mucho cuidado fui recorriéndolo invitándola a que pueda relajarse, concentrarse en su respiración. Y así logro un rato de alivio.  Eso también es escuchar.
Escuchar es permanecer en silencio: cuantas veces convencidos que estamos escuchando pero dentro nuestro estamos pensando que frase le vamos a decir a la persona. Qué difícil es realmente hacer silencio dentro nuestro evitando comentarios, opiniones prejuicios. El silencio da espacio al otro.
Los que fuimos formados en Cuidados Paliativos tenemos un lema: “Cuando ya no se puede hacer nada, se puede hacer mucho”. Escuchar con el corazón es un instrumento de curación para sentirse afirmados en lo que están viviendo: esa persona está viviendo uno de los misterios más grande de la vida. La escucha lo ayuda a poder unirse a su  ser, acompañarlo en su soledad que si lo recorre asistido por el amor, la ternura, puede transformar esa vivencia en una experiencia grande y poderosa.
La ayuda en Cuidados Paliativos no significa solamente suministrar fármacos para aliviar el dolor físico sino también desde esa presencia amorosa de quienes lo escuchamos pueda reinventarse a sí mismo, reducir su angustia existencial que a veces parece que los ahoga.
Es escuchar todas las dimensiones de la persona física, psicológica, espiritual.

Nota de Mariana Soiza Piñeyro publicada en Misiones Online
Licenciada en Relaciones Públicas y Consultora Psicológica. Especializada en Cuidados al final de la vida y orientación a familiares. Coordina Programa Comunidades Compasivas (Buenos Aires)

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